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Los trastornos de la conducta alimentaria (TCAs) son considerados enfermedades mentales asociados a un comportamiento alterado frente a la ingesta alimentaria que produce una obsesión por el peso como respuesta a una insatisfacción con la imagen corporal.
Los TCAs son más frecuentes en el sexo femenino (9 de cada 10 casos) y la prevalencia es cada vez mayor en España de 4.1 a 6.4 por ciento en mujeres. El 94% de las personas afectadas son mujeres de 12 a 36 años. El 30 de noviembre es el Día Internacional de la Lucha contra los TCAs donde su imagen se identifica bajo el símbolo de un lazo azul, de aquí la importancia de diagnosticar esta enfermedad y tratar la alta prevalencia que hay hoy en día. Se suelen desarrollar a un inicio temprano de edad, a los 10-12 años, hace años aparecían en la adolescencia a los 16-18 años, pero en la actualidad cada vez aparecen a edades más tempranas.
Estos trastornos de la conducta alimentaria son de origen multifactorial, es decir puede ser de factor biológico, psicológico, familiar y sociocultural. Las personas que los sufren desarrollan consecuencias negativas físicas (como puede ser pérdida o aumento de peso, caída del cabello, pérdida de la menstruación y debilidad ósea) y sus vidas se ven afectadas a nivel psicológico y social.
Las personas afectadas hacen lo posible por no llamar la atención, son incapaces de identificar las consecuencias negativas de este proceso, deciden ocultarlo y no pedir ayuda. Por eso, la importancia de diagnosticar el TCA lo antes posible para evitar que aparezcan consecuencias nutricionales irreversibles.
La anorexia nerviosa se caracteriza por pacientes que tienen conductas de restricción de la ingesta de alimentos haciendo dieta estricta, ayuno e incluso realizando ejercicio físico excesivo. Son pacientes con un bajo peso debido a la ingesta calórica insuficiente que provoca un ahorro energético con ausencia de menstruación, lo que se conoce como amenorrea y debilidad en las uñas y el cabello.
Las personas que sufren anorexia nerviosa tienen miedo a coger peso y engordar, tienen una imagen distorsionada tanto de las dimensiones como de la forma de su cuerpo y controlan absolutamente todo lo que comen. Este trastorno cuenta con unas consecuencias graves para la salud que pueden llevar a ingreso hospitalario.
La característica principal de este trastorno es la inducción constante del vómito que cursa con debilidad en los dientes, heridas en los nudillos de las manos y déficits nutricionales graves para la salud como pérdida de potasio y otros minerales.
Los pacientes con bulimia suelen tener una sensación de hambre compulsiva que provoca atracones, con el consiguiente sentimiento de culpabilidad que lleva a realizar purgas (principalmente vómitos) para evitar el aumento de peso. Suelen ser pacientes que presentan un normopeso o pocas fluctuaciones de peso.
Es un trastorno mental que se caracteriza por episodios de ingesta compulsiva de alimentos en un corto periodo de tiempo de forma recurrente. Presenta algunas similitudes con la bulimia nerviosa con la diferencia de que los pacientes con trastorno por atracón no realizan conductas compensatorias o purgas (como por ejemplo el vómito o el uso de laxantes).
Un atracón se caracteriza por la ingesta de gran cantidad de alimentos en un corto periodo de tiempo en una cantidad muy superior a lo normal. Además, se tiene la sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento.
Vamos a definir la vigorexia y la ortorexia, aunque no son considerados TCAs porque no se incluyen dentro de los criterios diagnósticos del DSM-V.
La vigorexia es un trastorno relacionado con la imagen corporal que se percibe como pequeña y débil al que se le suma el deseo compulsivo de ganar masa muscular y no grasa. Además, consta con sentimientos de culpabilidad cuando se salta una sesión de entrenamiento en la práctica del ejercicio físico.
La ortorexia es un trastorno que consiste en la obsesión por la comida sana con sentimientos de culpabilidad si se comen alimentos ultraprocesados con el consiguiente aislamiento social de eventos sociales donde no haya elección de alimentos saludables concretos. Ambos hoy en día no son considerados TCAs como tal pero la prevalencia también está en aumento.
Algunos de los factores de riesgo de un TCA son estar continuamente a dieta restrictiva, presentar síntomas depresivos, sufrir o haber sufrido bullying, tener una historia familiar de trastornos alimenticios, o privaciones alimentarias percibidas desde la infancia al tener sobrepeso. En determinados deportes de competición como el atletismo, la gimnasia rítmica, y la natación sincronizada hay un mayor riesgo de desarrollo de un TCA debido a las exigencias físicas y estéticas de categoría por peso y la búsqueda de un cuerpo delgado y esbelto.
Los TCAs esconden un conjunto de síntomas como puede ser una autoestima dañada, diferentes miedos, culpas, estados de ansiedad, falta de gestión emocional, búsqueda del perfeccionismo, etc. En los TCAs tiene lugar una obsesión por el cuerpo, una dismorfia corporal, es decir, una distorsión entre su propia imagen real y lo que ven en el espejo que no concuerda con la realidad.
En un TCA podemos encontramos además patrones relacionados con la alimentación como:
Un TCA a largo plazo desarrolla consecuencias graves para la salud que causan déficits nutricionales que ponen en riesgo la salud del paciente que lo sufre. Pacientes con un TCA presentan síntomas como:
Otros síntomas que pueden estar presentes en un TCA son tener un comportamiento alimentario extraño como desmenuzar la comida en trozos muy pequeños, dar vueltas al trozo de comida sin meterlo en la boca, ritmo muy lento comiendo o excesivamente rápido. Alteraciones en la forma de comer donde los pacientes con un TCA suelen rechazar ciertos alimentos por miedo a engordar, por ejemplo, el grupo de los hidratos de carbono (pasta, arroz, patata, legumbres), ir al baño inmediatamente después de comer constantemente, poner excusas para no comer, y hacer ejercicio físico intenso justo después de comer.
También son personas que ocultan la forma de su cuerpo, se pesan mucho o tienen pánico a la báscula, presentan una percepción errónea de su cuerpo y prefieren comer solos y aislados del resto de las personas o compañeros. Además, se dicen mensajes negativos hacia sí mismos sobre su cuerpo o su actitud frente a la comida.
Los TCAs se diagnostican mediante los criterios DSM-V, un manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales dentro de los cuales encontramos las características propias de cada uno. Un paciente tiene que cumplir con estos criterios para que se le pueda diagnosticar la enfermedad.
Se diagnostican a partir de los síntomas presentes y de una revisión de las conductas y los hábitos alimenticios viendo si cumplen con los criterios diagnósticos del DSM-V.
Una vez se haya diagnosticado un TCA es importante acudir a un médico especialista, psicólogo/psiquiatra y un dietista-nutricionista que ayude en todo el proceso. Es importante un equipo multidisciplinar que trabaje de manera conjunta y ayude a superar el TCA.
El tratamiento de un TCA consiste en conseguir la recuperación ponderal poco a poco del peso en caso de que sea necesario, además del acompañamiento con terapia psicológica y psiquiátrica. El tratamiento debe incluir apoyo emocional con herramientas de ayuda, no únicamente en la recuperación del peso. Depende de que tipo de TCA tenga el paciente la base del tratamiento será diferente siendo común el acompañamiento social y familiar para hacerles el camino mucho más fácil y llevadero que se acompañe de una reeducación alimentaria y una terapia conductual.
Pacientes que han sufrido un TCA pueden volver a desarrollarlo con el paso de los años por lo que el objetivo es conseguir un tratamiento eficaz a largo plazo.
La prevención de un TCA empieza a través de las familias, en los colegios o centros educativos, donde se eduque en la prevalencia de distintos cuerpos en niños y niñas, en el desarrollo de unos hábitos saludables con una dieta equilibrada que incluya todos los grupos de alimentos y tener una buena relación con la comida.
Dada la alta prevalencia hoy en día de los TCAs se debe tener especial atención y cuidado para diagnosticarlos pronto y buscar un tratamiento eficaz. Es importante diagnosticar la enfermedad lo antes posible para evitar desarrollar consecuencias nutricionales y psicológicas graves para la salud y buscar una solución lo antes posible.
La recuperación de un TCA es lenta, se debe acompañar al paciente durante el proceso de la enfermedad, buscar acompañamiento por parte de los familiares, el personal médico, psicológico es esencial. Si crees que cumples con alguno de los síntomas o características de las mencionadas a lo largo del blog lo mejor es que acudas a un médico y valore tu caso para empezar lo antes posible con el tratamiento, así como nuestra dietista-nutricionista que te ayude a tener una buena relación con la comida y a superar el proceso.
Si necesita más información o una recomendación más individualizada puedes contactarnos a través de nuestro correo electrónico info@nersport.com o en el teléfono 91 402 92 75. Nuestro equipo de especialistas en nutrición estará encantado de poder brindarte una atención personalizada y ayudarte a resolver cualquier duda.
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